Movimiento de Renovación Pedagógica

¡Contra el fracaso escolar!

La escuela enfangada

revista_2024-2 Año: 2024, Número: 106 revista_2024-2.pdf Tabla de contenidos

LA ESCUELA ENFANGADA, sí, porque el discurso de odio

también está en las aulas. En ella se reproducen los males que se

cuelan a diario traspasando sus puertas y ventanas. Causa y efecto

que la convierten en víctima y culpable a la vez de los inevitables

problemas sociales. Lo expresa muy gráficamente nuestra portada: de

la boca salen a menudo palabras como balas que hieren y provocan

violencia física. Como una hoja de papel arrugada con agresivo

empeño, imposible de devolverla a su situación inicial por mucho

que la estiremos, así las palabras lacerantes dejan marcas indelebles

en el alma de las personas, germen del resentimiento. Entonces, ya

nada vuelve a ser igual. Sólo el perdón sincero, que tiende la mano

para dar la oportunidad de rectificar o disculparse puede hacer que

las heridas cicatricen sin rencor o deseos de venganza.

Es decir, que el odio se disuelva mediante la comprensión mutua

y el diálogo constructivo. Lo cual no quita la firmeza para llamar

sin eufemismos a las cosas por su nombre auténtico y encarar con

valentía los desafíos cotidianos, porque, ciertamente, los problemas

graves no se curan haciendo la vista gorda o ignorándolos. En este

sentido, la escuela ha de cumplir su función pedagógica esencial

en medio de los acontecimientos y hacerse experta en prevención y

resolución de conflictos, fomentando la reflexión serena y racional;

la mirada crítica y objetiva; el conocimiento, la argumentación y

el diálogo, todo ello necesario para crear el clima adecuado donde

educarse juntos, desde el respeto y la convivencia pacífica.

Y de esto va este número, no sólo del odio, sino también del perdón,

el gran ausente de los debates sociales. Abunda todo lo referido al

primero y sus consecuencias; o sea, de los discursos elaborados

con lenguaje agresivo, dañino o a la defensiva, disparado sin

piedad contra otros por pensar o vivir distinto, por pertenecer a

diferente raza, género, orientación sexual, religión, ideología, clase

o ascendencia social. Un lenguaje que, sin mejores argumentos,

desautoriza las razones del adversario convertido en enemigo,

o se autojustifica respondiendo en toda ocasión con el abusivo

recurso del “y tú más”. Ya nadie en este contexto, porque sería de

ingenuos, está dispuesto a reconocer públicamente sus propios

errores ni a disculparse por miedo a que se entienda como una

muestra de debilidad, así que se rechaza cualquier gesto que procure

la concordia y el entendimiento. Porque en la “cultura del odio” la

finalidad no es la razón ni la verdad, sino vencer, humillar y aplastar

al enemigo sin importar los medios utilizados.