LO QUE LA ESCUELA NO DICE
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Lo que la escuela no dice… ¡¡todavía!!, porque lo dirá (tal vez, cuando ya sea tarde). No. También porque ya hay muchas profesoras y maestras y sus colegas varones que sí lo van diciendo. No esperan a que la varita mágica oficial ponga nuevas leyes, nuevos políticos o nuevas ministras de Instrucción Pública – mejor que de Educación – que incluyan en los nuevos programas lo que ahora no se dice. Ellos ya entran al trapo con sus grupos de alumnos. ¿Y qué es lo que les dicen de más? Que ¡hay que mirar por las ventanas! Que es obligatorio asomarse al exterior. Que en un rincón se puede aprender mucho, pero educarnos… ¡sólo en mitad de la calle! y con la que esté cayendo…
Esta es la receta básica de la revista Educar(NOS), que estudió Medicina Escolar contra el fracaso en la Carta a una maestra de Barbiana. Contra el fracaso clásico, el de los suspensos y de quienes abandonan antes de tiempo sin alcanzar el título mínimo obligatorio. Pero medicina también contra el fracaso, mucho más dañino, de quienes rampan triunfantes de un currículo a otro y, atiborrados de títulos, no alcanzan la madurez humana suficiente. Suelen carecer de la dimensión social y solidaria, porque no se han enterado en sus escuelas del contexto humano de cuanto aprendían.
Una vez más, Educar(NOS) ofrece a sus lectores – y lo requiere de ellos – distinguir muy bien instrucción y educación. Y se enorgullece de saber y poder ensamblar esos dos hechos tan distintos mediante una instrucción que sirva para educarnos juntos, al hacer frente a los desafíos de la vida colectiva.
En este número aparecen algunos de los desafíos que la escuela básica no puede callar. Están en el EJE (feminismo, sexo, eurocentrismo, democracia, mundo rural), en lo OFICIAL (abandono, fracaso y currículo oculto), y están hasta en HERRAMIENTAS (de educación no-formal), porque son como las dimensiones del CASO ABIERTO. Hay varios amigos que HACEN CASO (la ecología, la escuela canija, los excluidos) y tenemos PARA BEBER una omisión casi recomendada por los más sensatos, pero incomprensible y absurda en Barbiana y aquí: “del Evangelio de Jesús de Nazaret, ¡ni una palabra!”, a no ser que se pida expresamente. ¡Con la que está cayendo!
Es decir, que la escuela buena no responde a programas predeterminados, sino a desafíos de la realidad. Y no desarrolla competencias personales, sino que provoca actitudes imprevistas. Como la vida misma. Que no se aprueba, se prueba y se consume casi de un trago prolongado y festivo junto a los otros.
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